13 diciembre 2006

¿Fin de una etapa en nuestra historia?

El domingo recién pasado murió Pinochet, quien gobernó con mano dura durante 17 años este país, quien llegó al poder luego de liderar un Golpe de Estado en 1973, y que producto de todo esto significó que muchos lo amaran y mucho lo odiaran.

Todo lo vivido desde el momento mismo de su muerte hasta su entierro es una nueva muestra de que como país estamos y hemos estado siempre divididos. Que muchos son capaces de mostrar odio y violencia todavía a estas alturas después de que Pinochet dejara el poder hace bastantes años es una demostración de enfermedad social.

Yo desde siempre me sentí y fui opositor al régimen. Siempre deseé que se hiciera justicia porque simplemente torturar, matar y aplicar leyes marciales a destajo y arbitrariamente no pueden justificarse. Sin embargo, poco se ha hecho en esta materia, mucha gente ha sufrido y no ha sido reparada y finalmente este personaje nunca tuvo la hombría o el heroísmo que sus partidarias le quieren dar, de dar la cara y asumir la responsabilidad que sí le correspondía.

¿Y que se ha ganado con esto? Que la gente se grite y agreda en la calle, que cada vez que salga el tema a colación los ánimos se caldeen, y quede en cada uno finalmente una sensación de amargura, y con la sensación de que todavía hay que gente que es capaz de odiar a otro por no pensar como uno. Él se salió con la suya, murió anciano, rodeado de su familia y sequitos, como un abuelo tierno (como quizás sí lo era) y sin haber respondido por ninguno de sus actos.

¡Que triste!